Era el sonido de estar en el exterior de todo, de ser un extraño. Era el pulso que vibraba por debajo de todo y que nunca te permitía olvidar que eras diferente, que el mundo te dolía con sólo tocarlo. Sentimientos demasiado complicados para poder expresarlos con palabras, pero que se derramaban por os amplificadores, empapaban el aire e inundaban la sala.
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