domingo, 7 de abril de 2013

Él es la noche y yo el día, 
la montaña y el mar,
el otoño y la primavera.
Es todo lo contrario a lo que yo soy y quiero ser. Ha sido todo lo opuesto a lo que yo aprecio y valoro. Es mi yin y yo su yan. En cuanto a personalidad, somos los dos iguales. Orgullosos sobre todo. Yo me cierro y él no me sabe abrir. El me quiere y yo no le sé creer. A veces no sé cómo acabamos así. Los astros se alinearían, al destino se le fue la olla. Pero yo no me lo vi venir. ¿Me alegro? Desde luego. Solo tengo miedo a como acabe esto. Puede ir muy bien pero también nos va mal otras veces. Él no escribe bonito y yo echo en falta que me enamoren con palabras. Yo no confío en mí misma ni me quiero y el quiere que lo haga. Aún es pronto y no sabe por donde cogerme, yo soy inestable y no me dejo entender. Nunca lo he hecho. A mi no me gustan sus amigas y a él no le gusta que tenga tantos amigos. Pierdo los nervios y el la paciencia. Al final resulta que todo lo que parece que son colisiones tan solo terminan en nosotros encajando las cosas. No diría que estamos hechos el uno para el otro. Uno, es pronto. Dos, no creo que haya una sola persona para cada uno porque de ser así, sencillamente iríamos todos jodidos si pretendiésemos encontrarla. Lo que sí puedo decir es que quiero que sea esa persona especial para mi. Arreglar los desperfectos y contar el uno con el otro siempre. A él le queda mucho por cambiar, yo cambio demasiado para mi gusto. Pero yo creo que podemos. Todo se puede. O al menos, intentaremos que se pueda.
Aún a veces quisiera saber como habría sido tener una canción para mí. Que sus dedos hiciesen magia con la guitarra mientras su voz me cantase dulces melodías que nadie más tendría derecho a escuchar. Recuerdo la lluvia de mis ojos el día que me esperó con ella y no le encontré. La había traído. Para mi. Por mi. Sigo deseando sus letras. Ser envuelta por sus palabras que me digan mentiras bonitas que me hagan sonreír. Porque todos preferimos las bellas mentiras a una dura verdad. Aunque digamos lo contrario. Siempre lo preferimos mientras no nos demos cuenta de que son mentiras ocultas. Si me disfrazase sus falsos testimonios con acordes, si me colase falsas afirmaciones bajo la apariencia de un compás. Me gustaría que lloviese mientras tanto. Así podría bailar bajo la lluvia. Reiríamos felices. Nos mojamos pero no nos importa. Qué más da todo lo demás cuando tienes un chico y una canción.
Me odio. No por lo que soy sino por lo que no soy capaz de ser. Por lo que intento y no alcanzo. Quisiera mirarme y pensar "me gusto" pero no puedo. Cada mirada supone un defecto más. Y ya van muchas miradas acumuladas. Antes no era tan preocupante. Me valía con tener a alguien que compensase todas mis miradas con una sola suya. Ya no me vale. Cada día me obsesiono más. A veces me olvido de ello, a veces no me pasa. Entonces creo que lo he superado pero no dura. Dicen que es cosa de la sociedad, los medios, la imagen que tengo metida en la cabeza de lo ideal. Yo ya no sé si es de mi cabeza o el problema viene, en efecto, de fuera. No creo que importe mucho, el daño está hecho. A mucha gente le parecen tonterías que se van con la edad, puede que tengan razón pero hasta entonces no creo que lo entiendan. En ocasiones las náuseas me vienen solas. O automáticamente me imagino yendo al baño. Son esas reacciones espontáneas las que más me asustan. Las que están grabadas. Aquellos a mi alrededor se suelen molestar conmigo. Dicen que no hago más que decir idioteces. Eso no me ayuda. No hace que me sienta mejor. No hace que me vea mejor. 
Hay días en que me pregunto si esto se pasará. Cada vez que me subo a la báscula, cada pellizco para ver qué cojo, cada vez que uso la cinta métrica, cada vez que me miro al espejo, todas esas ocasiones, me pregunto si se eliminarán de mi mente como un  suspiro. Suelo dudarlo.

martes, 26 de marzo de 2013

Aesthetics of Hate

Suelo desear ser otras. Es algo normal a esta edad dicen. Yo quiero que se me pase.
Odio esa sensación de inferioridad respecto al resto cuando me comparo con otras. Me vienen a la cabeza cosas como que cuando sea mayor por fin podré hacerme una lipo o ponerme más tetas... Luego me deprimo porque nunca tendré el cuerpo ideal que tanto busco. Yo no tenía estas preocupaciones, recuerdo que hace cuatro años yo no me preocupaba por mi físico ni tenía complejos, era feliz y comía sin restricciones. Luego hace dos años me vino esa obsesión de adelgazar, desde entonces empecé con dietas y demás idioteces. Me deprime pensar que en los mejores años de mi vida no voy a poder presumir de cuerpo... Lo cierto es que tengo complejo de no ser una de esas chicas que se mira dos veces al pasar. Y ojalá lo fuese... Suena superficial y a estereotipo de niña tonta pero mi vida está equilibrada en todos los aspectos menos en ese, que crea un gran desequilibrio emocional en mí. Quiero ser otra. Quiero ser otra. Quiero ser otra.