A veces, quisiera cambiar de zapatos. Viajar al asteroide 312 o al 314. Otra vida. Otro lugar. Trasladarme a miles y miles kilómetros de aquí. Y que volar sobre las nubes sea como un repaso a tus recuerdos. Fundirme con otro ser, con otra historia. Poder vivir otra vez. Reiniciar. Ver cómo los problemas se verían a través de otros ojos. Ver cómo soy yo a través de otros ojos. ¿Seré buena? ¿Seré mala? Dar un giro de 360º sobre unas zapatillas de ballet, alzar mi pierna y rozar la cabeza. Con los brazos sobre mi cabeza, formando un arco, dar una vuelta, dos, y luego relajar mi cuerpo majestuosamente como un cisne. Deslizarme por la superficie del lago como si fuese la pista para despegar, despegar y volar, volar, volar. Con ojo de águila real observar con altivez el mundo terrenal. Posarme en una rama, me alejo al escuchar pasos. Camino por el bosque, mis trenzas suben y bajan al ritmo de mis pasos. Soy feliz, canto y me entretengo a olisquear atractivos aromas florales. LLego a mi morada, siento la alegría, siento como se evapora. A mis infantiles oídos llegan notas atronadoras. Me deslizo sigilosamente para no ser escuchada. Aun siendo consciente de que eso no es posible, la escena es demasiado sonora. Se abre la muerta, mi madre llora y mi padre se va de casa. Apoyo la cabeza contra la pared mientras lágrimas caen por mi cara mientras que mi madre, al otro lado de la pared descansa su cabeza mientras solloza con lentos susurros, que escapan de alguien que sufre por quien ama. Oigo el coche partir. Conduzco rápido, conduzco nervioso, frustrado. Quiero acelerar, dejar mis problemas atrás. Rebusco en la guantera, saco la ginebra. Doy un largo trago, otro, otro, otro, se me va para un pulmón, toso, bebo, bebo. Empiezo a ver dos veces las cosas. El mundo es una divertida espiral, pego un volantazo para unirme a su continuo girar. Giro, giro, giro. El impacto no tarda en llegar. Lo último que veo es mi reflejo en el cristal, en lo que me he convertido y cómo acabaré. Mi merecido final. Veo mi rostro ensangrentado, reflejo de mi alma, destrozada por la bebida y el torturar a los que quiero. Me permito comenzar mi viaje infernal con destino al inframundo. Abro los ojos. Todo fue un soñar, un delirar. Puede que haya situaciones peores que la actual. Pero vivo en presente, al futuro no me permito mirar. Y la cuestión es, que sigo queriendo resetear. Intercambiar. Canjear.
No hay comentarios:
Publicar un comentario