Mis ojos llovían, lágrimas saladas.
Con agua dulce del cielo eran mezcladas.
Mi voz en un lastimero llanto era expresada.
Balbuceos, incoherencias, voz acelerada.
Respiración, quejumbrosa, agónica, pausada.
Quería que el cuarto de hora pasase de una tirada.
Dejar esa esperanza fielmente arraigada.
Dejar las alas guardadas,
olvidar que existen,
para evitar futuras tentaciones un tanto dolorosas.
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