Y ciertamente hay momentos en los que literalmente tengo que apartar la mano o morderme la lengua para evitar dejarte saber más de la cuenta. Hay situaciones que me domina un pensamiento de "díselo, díselo" pero por el momento consigo dominar la necesidad.
Lo cierto es que cada vez me cuesta más, sé que voy a terminar haciéndolo y, como consecuencia, fastidiándolo todo por el egoísmo de que no me sea suficiente. Pero no creo que sea culpa mía, tampoco tuya.
No es culpa de ninguno que me cueste respirar cuando estoy contigo. Que cada vez que me mires se me acelere el pulso. Que sueñe minuto sí y minuto también con que me abraces. Que todo en ti me incite a acercarme y estrecharte. Que desee que pienses en mí de esa misma manera. Quiero ser esa chica. La especial, la favorita. Que cuando me veas llorar me quieras consolar, decirme que no pasa nada que todo irá bien, que estás ahí para mí, para lo que sea y cuando sea. Que quién es el cabrón que me causa este sufrimiento, que te deje aliviarlo. Que puedes hacer que el dolor desaparezca, que te crea como siempre me pides, que no mientes que nunca me mentirías. Que soy importante y quieres serlo para mi.
Pero yo ya estoy a años luz de todo lo que me podrías pedir porque lo hago y más.
Mientras tanto, seguiré esperando que te des cuenta eso. Aunque tengo la vaga impresión de que todo esto no sucederá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario